4 de octubre de 2011

MAMÁ, PAPÁ, QUIERO SER ESCRITOR


Hace poco comencé a sentirme especialmente molesto, no es que la molestia fuera nueva, simplemente comencé a centrar mi atención con mayor asiduidad.

Está todo el asunto de la RAE y la falta de criterio a la hora de publicar algunas entradas en su diccionario. Por otro lado me encuentro con la persistente tendencia del político medio de evitar responder a las preguntas directas que se les realiza, emitiendo un discurso basado en el enfrentamiento y la no aceptación de sus propias carencias, o de utilizar expresiones "delicadas" en lugar de un castellano justo y correcto.

En una entrevista reciente he escuchado a una política utilizar la expresión “palabra gruesa” que el día anterior formuló otro político, en este caso del partido antagonista; supongo que expresiones del tipo “malsonante”, “grosería”, etcétera, son demasiado vulgares para tan dignos representantes del pueblo, pero esa búsqueda de un lenguaje tan correcto, educado y que demuestre el gran talante del orador comienza a resultarme insoportabe... La lengua española es rica en contenido, ¿por qué este interés en aparentar que uno conoce la lengua inventándose expresiones y haciendo un uso pseudoartístico o, aun  más grave, pseudocientífico? Una moda muy periodística, arraigada en la tradición de la prensa deportiva (reto a cualquiera a que revise el estilo y la gramática del anuario que publica Marca sobre la liga de fútbol nacional) y que comienza a extenderse al resto de informaciones y noticias.

Y finalmente está el libre albedrío a la hora de presentar una información. Vamos, la habitual práctica de invitar a la confusión a través de un titular. Hoy en la página web del diario Público aparece la siguiente noticia:

“Hank Williams Jr. compara a Obama con Adolf Hitler”.

Cuando uno acaba de leer la noticia le queda claro que, si bien la analogía del señor Williams es desafortunada, no existe una comparación real entre el presidente de los EE.UU. y el conocido genocida. Más exacto hubiera sido decir:

“Hank Williams Jr. compara a Obama con Adolf Hitler y a John Boehner con Netanyahu”.

Sin embargo el titular seguiría creando confusión, invitándonos a pensar que el autor de la analogía sugiere que Obama es un genocida con bigote que odia al estado de Israel. Si uno lee con atención el artículo puede llegar a contextualizar la afirmación del Sr. Williams y darse cuenta de que se refiere al extraño efecto que ejerce la reunión de dos personas ideológicamente opuestas para jugar un partido de golf.

No digo que la analogía fuera extrema, quizás excesiva y, muy probablemente, inoportuna. Tampoco sé si detrás de esas palabras existía una intención oscura y maléfica que, desde luego, no puede inferirse del contexto en el que se produjo y que, sin embargo, ha llegado a ser titular de una noticia en un periódico de tirada nacional.

Pasen y vean.

1 comentario:

  1. Mi enhorabuena por el blog.

    Un fuerte abrazo,

    JOSE ANTONIO RODRIGUEZ SALAS
    Alcalde de Jun

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