4 de noviembre de 2012

La crisis de la comunicación


Hermes era un tío curioso. Era tu servicio de asistencia en carretera particular, tu 112 en caso de problemas e, incluso, servía de guía espiritual si las Parcas, la competencia en aquellos tiempos, decidían cortarte el grifo, o el hilo. Vio que las aseguradoras eran un buen negocio, así que se inventó eso de los sacrificios y las ofrendas que consistía, básicamente, en pagar anualmente por un servicio que igual no llegabas a necesitar nunca.

Como entonces no existía la fibra óptica, la comunicación se hacía a través de mensajeros, así que él se convirtió en su primer patrón, dios cartero  y defensor del caminante. Pero como era algo travieso y le gustaba robar las vacas a su hermano, acabó por ser también el patrón de los ladrones y del engaño.

Después se hizo con el negocio de las funerarias y se encargó del servicio de marketing y comunicación de la empresa de su tía, Eleusis Co., creando un cuerpo de administrativos célibes que se encargaban de las comunicaciones entre los dioses y los clientes insatisfechos, de cobrar los diezmos y sacrificios (como Demeter y Ceres tenían el monopolio sobre la agricultura, se cobraban los beneficios en grano, después las sirvientas harían bollitos y magdalenas que venderían a precio de caridad) y de fijar las fiestas sagradas.

Total, que en el mismo momento que se creó la comunicación se precipitó el invento al abismo de la manipulación y la desconfianza. Así que no, no hay nada nuevo sobre nuestras miserias.

Vivimos en una crisis continua de comunicación, bebiendo de procesos comunicativos deficitarios o ridículos.

Los símbolos sociales, que constituyen el núcleo de la comprensión de nuestro mundo, ofrecen una explicación perversa y acomodaticia de las cosas, donde nada puede ser cambiado y la desigualdad es una constante inmutable. Donde los poderes supuestamente electivos son el motor de nuestro devenir, casi a la altura de los antiguos sacerdotes, por lo que seguimos ofreciéndoles exvotos cada cuatro años y reforzando su poder en una especie de ciclo vital que anuncia, con su fin, la muerte del mundo y el renacimiento de los agentes regeneradores de nuestra sociedad civil. Acabado el periodo se repite el ritual, con pseudodioses gastados que darán su relevo a las mismas fuerzas con un nuevo rostro y una nueva palabra.

Los medios de comunicación se venden a intereses económicos que enturbian la veracidad de la exposición, ocultando datos u ofreciendo opiniones en el lugar que deberían ocupar los hechos. En el mejor de los casos el canal se llena de ruido, de informaciones extravagantes o falsificaciones conscientemente descaradas que desvían el interés a debates inocuos o periféricos, vaciando de contenido el discurso.

Total, que alguien muy listo, quizá el propio Hermes, previendo el fin de los dioses, creo otro cuerpo administrativo, no tan célibe, capaz de interceder por nosotros antes esas fuerzas oscuras, incomprensibles y necesarias, que hacen rodar la economía y, sin las cuales, el mundo sucumbiría al cáos y la tragedia. O peor, al socialismo y la barbarie.

El desprestigio de la política es la destrucción misma de la comunicación. El mensaje se convierte en irrelevante y la fe se acomoda allí donde la crítica languidece. El arte de la convivencia, πολιτική, se basa en la acción comunicativa, en la construcción de realidades sociales basadas en la confianza, la transparencia y la veracidad, en el encuentro entre personas.

Los profesionales de la representación cumplen una misión relevante en esta crisis de comunicación: la devaluación de la acción social. Un estado donde la intervención ciudadana sea una quimera, donde se olvide qué significa ser político y la soberanía venga a estar intervenida (más si cabe) por agentes externos. Así, nuestra sociedad pasa por ser del consumo, de la información, del conocimiento, de la inteligencia, de cultura de masas, de cultura pop, globalizada, etc. Sin referentes o agentes sociales claros, donde nuestro papel cambia de simples compradores, a nódulos de datos, generadores de opinión, innovadores y de nuevo compradores con expectativas, donde la conversación sobre nuestra soberanía o la necesidad de hacer política se vuelve tibia y periférica. 

29 de agosto de 2012

Stalin vs Superman, el lenguaje de Clark Kent


Recuerdo que, cuando era pequeño, tenía una bandera roja que ataba a mi cuello como si fuera una capa. Mis padres le pegaron una paloma blanca en actitud de vuelo; no me malinterpreten, no es que no me gusten las palomas de la paz, esa me gustaba, pero hacía que mi capa roja fuera menos roja y, lejos de la intención parental, muy comunistas ellos, para mí era la capa de Superman. Obviamente había cosas que no entendía muy bien, pero con los años, mi consuelo llega al ver que la izquierda sigue sin entender nada, como yo entonces, cuando jugaba a ser el símbolo del estilo de vida americano mientras el "PC punto" comenzaba a llamarse PCPE a mi alrededor.

"Nunca volveréis
a pasar hambre camaradas"
Leo con interés en Twitter las acaloradas discusiones sobre el #25S, en ocasiones con fruición, las más veces con duda y muchas otras con un terrible y desolador desconcierto. No voy a discutir si está bien o está mal, he leído razones para lo uno y para lo otro, para el fin que nos ocupa, sólo interesa el lenguaje utilizado, sobre todo entre los defensores, en general más fieros en sus interacciones, y su proyección sobre la realdidad...

Sí amigos, tras una breve lectura de la izquierda tuitera (permítanme utilizar el término castellanizado), uno se ve envuelto en una espiral de "camaradas, compañeros, soviets, gulags, libertarios, marxistas, leninistas, rojos" y alguna frase hecha como "ni un paso atrás", "socialismo o barbarie", aunque lo más peligroso es confundir los fascistas, con los "patronos" (Dios mío ¡patronos!) con los neoliberales y con curas...
Por si alguien no lo sabe, la orden nº 227 se redactó el 28 de Julio de 1942 de mano del Gral. Vasilevski y por orden de Iósif Stalin, tras observarse la ineficacia de una orden que en 1941 el líder ruso había dado a la Stavka:

"quien quiera que (...) se rindiera será considerado un desertor malicioso, cuya familia debe ser arrestada como familia de uno que falta a un juramento y traidor a la patria. Tales desertores deben ser ejecutados en el acto. Aquellos que caigan en un cerco (...) y que prefieran rendirse deben ser destruidos por todos los medios y sus familias deben ser privadas de toda asistencia y estipendio del estado".

Supongo que a Stalin le pareció poco "firme", así que la orden fue rescrita y aplicada con protocolaria eficiencia por los altos oficiales del ejército ruso. Así nació la orden nº 227, en la que quedaba fijado que  "los que siembran el pánico y los cobardes deben ser destruidos en el acto" y que "la mentalidad de retirada debe ser eliminada".

 Por esa orden se formaron destacamentos (a veces de la propia NKVD) dispuestos en segunda línea para "abatir a cualquier soldado que tratara de escapar" y que, por supuesto, no iba tan bien armado y muchas veces tenía que esperar a la muerte de un "camarada" para poder coger un fusil.

Por esa orden los soldados rusos tuvieron que disparar a las madres de Stalingrado cuando intentaban atravesar el Volga con sus hijos en brazos para escapar de los bombardeos, porque Iósiv Stalin se había negado a evacuar la ciudad que llevaba su nombre.

Esa orden fue conocida popularmente como "Ni un paso atrás".

Pero no quiero ponerme melodramático. Esta es una trampa menor debida al desconocimiento o, simplemente, al revisionismo estalinista. Poco más da de sí.

El problema es el imaginario que se genera tras la repetición de estas expresiones y la proyección una realidad decimonónica que se intenta encajar en la actualidad como una pieza de Lego en un Tente (para los más jóvenes, Tente era una línea de juguetes española). Si intentabas esto te cargabas el Tente y tu hermano mayor te hacía correr por toda la casa (merecidamente).

Déjenme que me explique. No soy libertario, ni leninista, puede gustarme la obra de Marx, pero no soy marxista, como no puedo ser hegeliano o aristotélico (a estas alturas), ni mucho menos comunista, soviet o camarada... Y, agárrense fuerte, la mayoría de la gente que inundó Madrid y el resto de España el día 15 de Mayo de 2011 (y 2012) tampoco. Sé que esto es obvio, pero parece ser que para muchos "camaradas" no.

El éxito del 15M fue la inclusividad (algo que se entendió bastante bien en un principio), nos guste más o menos. El éxito fue que gente que no había participado activamente en protestas anteriores, laborales o estudiantiles, ahora salían a la calle, no por una guerra ni tras el 11M, sino por problemas socio-políticos. No eran miembros de partidos o sindicatos, era gente cabreada que lograron lo que otros no pudimos hacer años antes... sacar las asambleas a la calle, lejos de su ostracismo habitual; hasta que llegó el 25S y, de nuevo, se empieza a hablar de secretismo, de "gente que está dentro" y que "alguien conoce" pero que no se sabe muy bien quienes son, lo que trae problemas graves de comunicación y, de nuevo, vuelve el asunto a las asambleas (de donde, por cierto, nunca debió salir).

Pero el daño ya está hecho. Y aparecen los Soviets. Las nuevas palabras son "los light", o "flower powers", supongo que la forma que tienen de menospreciar a los nuevos mencheviques, es decir, a aquellos que no quieren convertirse en la "vanguardia revolucionaria" y pretenden rebajar el tono de las demandas, pero supongo que existe el miedo de que se pierdan las exigencias alcanzadas sobre hacia dónde debe dirigirse "el movimiento".

En un mundo discursivo polarizado, no existe un lugar para la gente que se siente cómoda en los espacios intermedios, son los "light", los "descafeinados", pero también los que hicieron fuerte al #15M. Pero da igual, este individuo político necesita su mundo cerrado y controlado, y así puede recurrir a clichés sobre quién es el enemigo. Nace la figura de Montgomery Burns, un terrible esclavista proveniente de la industria del carbón y las fábricas de la revolución industrial, perverso, insatisfecho y capaz de utilizar perritos para fabricar sus zapatos.

Yo me imagino más a un tío simpático capaz de cambiar "nuestra forma de cambiar el mundo" (¿quién se acuerda de Dennis Ritchieo de Linus Torvalds?), amante de las terapias alternativas hasta su propia muerte y principal proveedor de ocio móvil.

Sergey Brin I, el Malvado 
Podemos pensar también en Larry Page (no, no es hermano de Jimmy) o en Sergey Brin. Podemos pensar en empresas más dinámicas, en gente capaz de leer a Marx y no asustarse como Francis Fukuyama o como Josep Piqué, presidente de Vueling (esa compañía que muchos miramos para irnos de vacaciones), mientras nosotros nos horrorizamos de "el Fin de la Historia" o "Capitalismo y libertad", obras anatemas que no podemos tener en nuestras estanterías (igual ardemos) y que, por cierto, estás descatalogadas.

Si buscamos rápidamente en wikipedia podemos encontrar que la editorial Destino, perteneciente a Planeta, editó el célebre libro de Hessel "indignaos" y que El manifiesto comunista lo edita Alianza, que pertenece a Anaya, que a su vez se integra dentro del grupo Hachette Livre y que este pertenece a Lagardère... un grupo del que desconocía su total existencia pero que se dedica al siempre lucrativo negocio del armamento.

Supongo que ningún rojo, camarada, leninista, bolchevique sería capaz de publicar un texto de Friedman, lo que no me sorprende porque Lenin fue uno de los pioneros de la cercenar la libertad de expresión y someter a censura la prensa libre y Milton Friedman es un tío peligroso que devoraba niños pobres para desayunar. La verdad es que Friedman era un tipo nefasto que colaboró indirectamente con la dictadura chilena, lo que no es otro síntoma de lo peligroso que supone polarizar la idea del mundo y las horribles consecuencias de darse cuenta de que nos molestan todos los que están en el medio, los que no son Superman, los que sólo son Clark Kent.

19 de noviembre de 2011

VÁMONOS DE FIESTA


No pasa nada. Mañana, mañana nos despertaremos, mañana nos encontraremos con un mundo distinto. EL PP, muy probablemente, haya ganado las elecciones. No pasa nada.

Mañana nos vamos de fiesta.

Se ha trabajado mucho durante los últimos meses, durante el último año. Se ha producido un cambio sustancial en la forma de comprender el mundo, de enfrentarse a la realidad cotidiana por parte de muchas personas.

Alguien tiene que estar orgulloso: hemos llevado un trozo de Madrid, de Gijón, de Barcelona, Valencia, Sevilla, etcétera, un pedazo de esta península plural (y un poco más libre) a los rincones más insospechados del mundo.

Y al más raro de todos: Wall Street.

¿Qué pasará mañana?

Que tendremos que seguir trabajando.

No hay derrota posible. Sólo el camino. Porque mañana habremos ganado, pase lo que pase, ningún partido político ha transformado la realidad española en tan poco tiempo, ni tan profundamente, como el movimiento que germinó el 15 de Mayo. La mayoría de las empresas que copan los mercados ni siquiera pueden soñar con transformaciones de esta envergadura en años. Vosotros lo habéis hecho en apenas seis meses. Entendedlo bien, mañana habremos ganado.

Así que no podré evitarlo, pase lo que pase yo mañana me iré de fiesta.


20 de octubre de 2011

ENTRE EL BIEN Y EL MAL: LIBIA

El día 20 de Octubre de 2011 nos levantamos, algunos, con un buen café, unas tostadas y la noticia del fin de una guerra. A la vuelta, al final de una cena y algo de televisión, nos fuimos a descansar con la noticia del fin de una guerra. Ambas crueles, largas, contradictorias. En ambas existía algo de esperanza y algo de amargura.

Cuando nos alegramos por la muerte de un hombre, y esto va en serio, algo estamos haciendo mal. Me alegraré del fin de una guerra. Del fin de miles de muertes. Nada más.

He leído, incansablemente, durante todo un día, que la muerte de Muamar el Gadafi es una buena noticia; lo he oído de aquellos que claman contra la pena de muerte en EE.UU., en China y en otros tantos países; en los medios de comunicación vendían la figura orgullosa del exdictador que, poco a poco, se iba consumiendo según perdía una guerra, hasta que, finalmente, claudicaba, humillado, por su propia prepotencia. No había lástima (no la merecía), pero tampoco calidad humana. Nos alegramos de la muerte ajena.

No nos equivoquemos, esta guerra era una guerra como fue la de Irak, con una potencia mundial al frente (EE.UU.), con un pueblo sometido por la fuerza militar de un dictador (Saddam/Gadafi), y que sucede sobre un país rico en petróleo. Quizá la ambivalencia con la que juegan los países europeos se debe a que Libia es uno de los principales proveedores de petróleo del viejo continente. Antes de la guerra de Irak, Francia disponía de una posición privilegiada frente a la explotación y compra del crudo iraquí que temía perder tras un conflicto armado: entonces Europa (a excepción de España e Inglaterra) dijo NO a la guerra.

Muerte y dinero van de la mano desde que el hombre es hombre, de eso no hay duda, quizá por eso el precio del crudo ha bajado el mismo día en que nos alegramos de la muerte del exdictador libio. Aunque claro, los mercados ya habían contemplado "la captura inevitable [de Gadafi en las cotizaciones] hace mucho tiempo", o eso dice Eric Bickel de Summit Energy, por lo que habrá que esperar a mejoras más notables.

Y no, no puedo alegrarme de que esos países que tan pronto declaran su apoyo a una guerra, siempre lejos de sus fronteras, en nombre de la libertad (muy loable), y a favor de la democratización de tal o cual país, no exijan unos mínimos a los agentes a los que prestan apoyo. Intervenimos sistemáticamente en otros lugares, en otros gobiernos, pero no pedimos que se apliquen las leyes internacionales, ni que se garantice un proceso justo para aquellos que tengan la "suerte" de sobrevivir, sin ajusticiamientos a sangre fría. No exigimos que se establezca un estado de derecho desde el primer minuto...  En Irak, antes de finalizar la guerra, la exportación de crudo se había reanudado: Saddam Hussein ni siquiera había sido detenido. Me pregunto cómo andarán estos detalles en Libia.

Ah, claro, no todo pinta tan mal: hay un genocida que no podrá hacer daño a nadie. De eso sí me alegro. Y una banda terrorista ya no matará: una gran noticia.

11 de octubre de 2011

UN SECRETO A VOCES


En Los Desayunos de TVE, Antonio Basagoiti ha afirmado que durante la convención del PP en Málaga, vio un “gran celo por los máximos dirigentes de Génova porque no saliera ninguna propuesta estos días (…) por querer administrarlas de manera estratégica de aquí a la campaña electoral” y que se plantearán cuando el PP lo crea oportuno.

Recomiendo encarecidamente ver la entrevista completa, para los que no dispongan de tiempo les remito al minuto 11 (aproximandamente).

La pregunta parece inevitable... ¿Por qué? Por respuesta se obtiene una escueta y sencilla frase: para “administrarlas de manera estratégica”. ¿Y cuál es esa estrategia? Resulta incómoda la opacidad mostrada por parte de las grandes agrupaciones políticas en un momento en el que se plantea “devolver la confianza”, aunque sea a los mercados... ¿Y la confianza a los ciudadanos? Parece ser que no. Se desprestigia el movimiento surgido en torno al 15 de Mayo sin preguntarse si el descontento de un porcentaje (elevado) de la población no es importante. Supongo que la estrategia política no pasa por buscar las causas que han motivado esta desconfianza en los mecanismos de representación democrática vigentes.

Cualquier mal pensando, desconfiado por naturaleza, podría creer que la ausencia de propuestas es un síntoma de que los recortes van a ser mayores y que las políticas contra el estado del bienestar van a tomar fuerza tras el 20N y que, quizás, por eso existe un “gran celo” porque no salgan “estos días”, intentando minimizar el impacto negativo que tendrían de cara a las próximas elecciones.

Es paradójico que el máximo representante del partido en la oposición (por el momento) repita constantemente un discurso en el que se aborde la falta de soluciones y se lance una campaña a través de las redes sociales llamada #propuestaspp y, sin embargo, en las conversaciones de “pasillo” se manifieste una intencionalidad contraria a estos hechos.

Otra vez, un mal pensado podría creer que #propuestaspp no es más que publicidad engañosa y que todo son titulares vacíos o, peor aun, que no se avienen al contenido de la noticia.


4 de octubre de 2011

MAMÁ, PAPÁ, QUIERO SER ESCRITOR


Hace poco comencé a sentirme especialmente molesto, no es que la molestia fuera nueva, simplemente comencé a centrar mi atención con mayor asiduidad.

Está todo el asunto de la RAE y la falta de criterio a la hora de publicar algunas entradas en su diccionario. Por otro lado me encuentro con la persistente tendencia del político medio de evitar responder a las preguntas directas que se les realiza, emitiendo un discurso basado en el enfrentamiento y la no aceptación de sus propias carencias, o de utilizar expresiones "delicadas" en lugar de un castellano justo y correcto.

En una entrevista reciente he escuchado a una política utilizar la expresión “palabra gruesa” que el día anterior formuló otro político, en este caso del partido antagonista; supongo que expresiones del tipo “malsonante”, “grosería”, etcétera, son demasiado vulgares para tan dignos representantes del pueblo, pero esa búsqueda de un lenguaje tan correcto, educado y que demuestre el gran talante del orador comienza a resultarme insoportabe... La lengua española es rica en contenido, ¿por qué este interés en aparentar que uno conoce la lengua inventándose expresiones y haciendo un uso pseudoartístico o, aun  más grave, pseudocientífico? Una moda muy periodística, arraigada en la tradición de la prensa deportiva (reto a cualquiera a que revise el estilo y la gramática del anuario que publica Marca sobre la liga de fútbol nacional) y que comienza a extenderse al resto de informaciones y noticias.

Y finalmente está el libre albedrío a la hora de presentar una información. Vamos, la habitual práctica de invitar a la confusión a través de un titular. Hoy en la página web del diario Público aparece la siguiente noticia:

“Hank Williams Jr. compara a Obama con Adolf Hitler”.

Cuando uno acaba de leer la noticia le queda claro que, si bien la analogía del señor Williams es desafortunada, no existe una comparación real entre el presidente de los EE.UU. y el conocido genocida. Más exacto hubiera sido decir:

“Hank Williams Jr. compara a Obama con Adolf Hitler y a John Boehner con Netanyahu”.

Sin embargo el titular seguiría creando confusión, invitándonos a pensar que el autor de la analogía sugiere que Obama es un genocida con bigote que odia al estado de Israel. Si uno lee con atención el artículo puede llegar a contextualizar la afirmación del Sr. Williams y darse cuenta de que se refiere al extraño efecto que ejerce la reunión de dos personas ideológicamente opuestas para jugar un partido de golf.

No digo que la analogía fuera extrema, quizás excesiva y, muy probablemente, inoportuna. Tampoco sé si detrás de esas palabras existía una intención oscura y maléfica que, desde luego, no puede inferirse del contexto en el que se produjo y que, sin embargo, ha llegado a ser titular de una noticia en un periódico de tirada nacional.

Pasen y vean.

1 de octubre de 2011

A VUELTAS CON LA LENGUA


Hace un tiempo, en una conversación familiar, me mostraron el problema del “copago” en la sanidad pública. No era un cuestión meramente económica; había allí una cuestión lingüística. Llamar “copago” al hecho de tener que comprar la atención médica dentro de un sistema de salud que se financia a través de la hacienda pública resulta, aparte de la aplicación de epítetos más o menos ofensivos, principalmente, impropio, lo que según la RAE es “falto de las cualidades convenientes según las circunstancias”, y la circunstancia es que se trata de volver a pagar por un servicio que ya has pagado anteriormente: lo que coloquialmente se conoce como “repago”.

La discusión giraba ante el uso de ciertas palabras desde la administración pública, concretamente ante el hecho de encontrarme, algún año atrás, con un cartel del Metro de Madrid que hablaba sobre “clientes” (decía algo así como “al servicio de nuestros clientes”, pero no recuerdo).

En un primer momento me entró el pánico. El leve cambio de “usuario” (que usa algo por derecho o concesión, por ejemplo un servicio municipal) a cliente (persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa), podía entenderse, fácilmente, como un primer paso hacia la privatización del transporte público.

En aquella misma conversación se mi hizo notar que una mejor gestión podía pasar por hacer entender al empleado su cometido en cuanto al usuario: si entendemos al viajero como cliente le debemos un respeto y una calidad de servicios que, normalmente, no asociamos a la gestión pública (colas interminables, administrativos poco agradables, etcétera). Es igualmente cierto que, en los últimos años, el servicio de Metro de Madrid ha mejorado en muchas áreas.

Sin embargo, ante la falta de escrúpulos a la hora de privatizar algunos servicios públicos, parece lógico cuestionar el empleo de un lenguaje asociado a la gestión empresarial en el ámbito público, evidenciando la peligrosidad de esta práctica.

Tiempo después, me encontré con una continuación de este diálogo informal en el blog de un conocido periodista, en el cual, aparte del concepto de “copago”, se hablaba del uso pernicioso que en política se hacía de las expresiones “inversión pública” y “gasto público”, aplicando el primero en todo aquel capital que recaía en empresas privadas o en proyectos de gran envergadura y aplicándose el segundo a los servicios básicos como la educación, la sanidad y las pensiones.

El uso de la lengua como arma política o como factor para el cambio social está ampliamente documentado, incluso con sus deslices. El último fue el del presidente de la Generalitat de Catalunya (lo pongo en catalán, no hiera sensibilidades), que, directamente, se defiende haciendo humor sobre el uso de la lengua de gallegos y andaluces. Pero antes que él, ya Rosa Díez tuvo un desliz similar con el gallego...

Pero todo esto no es difícil de entender si buscamos en el DRAE; Adriana Mourelos, en su blog, nos recuerda que no fue hasta 2009 que el diccionario por excelencia del castellano eliminó el americanismo “tonto” como definición de gallego y que aun puede encontrarse “tartamudo” como definición de este gentilicio realmente, en la versión digital del diccionario aun pueden encontrarse ambas definiciones, desapareciendo la primera sólo en la enmienda). Y es aquí donde se junta política, economía y lengua (qué bien nos vienen algunos amigos allende los mares).

Ahora la RAE se encuentra envuelta en la polémica al censurar los contenidos creados por Ricardo Soca, en su popular página elcastellano.org, a través del grupo Planeta. Hablamos de una entidad que, en aras del uso admite “tartamudo” como definición de gallego, al igual que permite grafías del tipo “Joseandrés” en su nueva ortografía, sin preguntarse si el dinero invertido en esta revisión ortográfica no hubiera sido mejor invertirlo en aumentar la calidad de la enseñanza de los países donde un mal uso del castellano (incluida España) ha llegado a provocar estas irregularidades (ahora aceptadas) y, de paso, mejorar las condiciones sociales de los hablantes (sé lo políticamente incorrecto que suena todo esto); por no hablar de la publicación de un diccionario mejorable a varios niveles, como el etimológico (para muestra un botón).

Apunte: sobre la nueva ortografía espero poder hablar en otro momento (y de forma más extensa).

La pregunta más fácil que se me viene a la cabeza es ¿por qué una editorial privada arremete contra un creador de contenidos como Ricardo Soca en nombre de una institución cuyos caudales consisten, principalmente, “en la asignación ordinaria que se le concede de los presupuestos del Estado”?

Con todo esto ¿qué tenemos? La lengua se pervierte para enaltecer idearios políticos (PP, CiU, BNG, PSOE y otros muchos), aplicar reformas sin que la opinión pública mantenga una posición crítica, independientemente del contenido de las medidas tomadas, para vender productos o hacer pasar contenidos por veraces o dignos de atención (muy de moda en el mundo cultural y periodístico).

Mal nos pinta.

P.S. Veremos si al final no deberemos realizar una suscripción de pago para consultar el DRAE desde nuestro ordenador.  

27 de septiembre de 2011

LOS MUY REPUTADOS

[CENSORED]

Generalmente conocemos a los mass media con el sencillo nombre de medios de comunicación” o, simplemente, “los medios” . La wikipedia los define como “los medios de comunicación recibidos simultáneamente por una gran audiencia, equivalente al concepto sociológico de masas o al concepto comunicativo de público”.

Supongo que los llamarán medios porque presentan, de forma invariable, una información partidista y sesgada; es decir, nos dan las noticias a medias, cuando no las transforman o se convierten en simples artículos de opinión.

Nota al margen: en la actualidad, la figura del periodista ha pasado de informador a generador de opinión, eximiéndole así de tener que verificar datos y afirmaciones (pasamos de la tesis al ensayo, de la noticia al interés personal), abre un campo a la expresión política e ideológica y relaja los cánones de la especialidad crítica (un periodista puede hablar de cine, literatura, economía y política sin tener que conocer de forma crítica ninguno de estos campos).

Volvamos al caso.

Es justo destacar que, en muchos casos, la información resulta incompleta por una cuestión de alcance y recursos. El problema nace de la presión exterior (políticas y económicas) ejercida sobre los medios (¿quién financia uno u otro rotativo?) y del interés individual y la profesionalidad de cada uno. Hasta aquí nada nuevo.

Los ejemplos son varios y largos; podemos recordar el más reciente: la intromisión del Consejo deAdministración de RTVE en los informativos, propuesta iniciada por miembros de un partido político, secundada por miembros de otro partido y consentida por un tercer partido... ¡y un miembro sindical!

Pero nos iremos algo más lejos.

A mediados del mes de Octubre de 2010 salta un escándalo entorno a un libro firmado por Sánchez Dragó y Albert Boadella, publicado el 7 de Septiembre de ese mismo año, donde se relativiza (y bromea) sobre un hecho que protagonizan dos menores de edad.

Lo primero que ocurre, y lo más lógico, es que nace un sentimiento de indignación hacia un supuesto caso de pederastia: exigencias de dimisión y rectificación pública, etcétera. Será el propio Dragó quien haga notar que el libro lleva más de un mes en las librerías... ¿por qué ahora? Se preguntará. Irónico, si leemos el artículo que publicó en El Mundo el día 27de Octubre de 2010. ¿Por qué ahora? Bueno, leamos...

¿por qué lo hacen ahora y no en el momento en que, tras la aparición del libro, Albert Boadella fuimos pasando de periodista en periodista, de radio en radio, de tele en tele, de ciudad en ciudad, y nadie, por muy progre que fuese, dijo lo que ahora, algunos, dicen?

Dragó hace lo propio, se exculpa (que no disculpa) a través de una retaila de latinajos, desde el juego de palabras del título (excusatio petita, accusatio non manifiesta), dejando claro que la aclaración no es de su agrado

Honni soit qui mal y pense… Y eran ellas, siempre ellas, quienes tomaban la iniciativa.

Pero también deja claro que todo es un malentendido, “que nadie piense mal”, además, por si no ha quedado claro, la culpa era de ellas. Siempre es de ellas. Para un hombre que sabe tanto latín (como tantos refranes sabía Sancho), no es excusable que tuviera un desliz tan inoportuno en un verbo (trajinar) con innegables connotaciones sexuales... Sobre todo cuando uno insiste en que hubo allí alguna clase de “delito”.

Tendrían unos trece años (el crimen ya ha prescrito, así que puedo contarlo, aparte de que las delincuentes eran ellas y no yo), y me las llevé a un barcito de esos típicos de Japón, de cinco pisos sucesivos pero diminutos, en cuyo último piso nunca solía haber nadie. Subí con ellas allí y las muy putas se pusieron a turnarse.

En cualquier caso, lo que peor pudiera sentar no es que en el libro se insinúe que se acostó con dos preadolescentes (maldito desliz), cuestión irrelevante si nos acogemos a la legislación actual (aunque me pese dar la razón a Arcadi Espada), puesto que si existe consentimiento es una relación totalmente legítima. Lo que peor sienta es que aun pensemos en sentar cátedra moral sobre la sexualidad ajena, y me refiero a la de las jóvenes japonesas ¡que son libres de escoger! y, mientras, pocos caigan en que las llama “putas”. Debe ser que ejercer la libertad sexual con un hombre maduro es un acto reprobable, pero si te llaman puta, aunque tengas 13 años, se debe a una confusión... (cosa insignificante).

¿Y qué tiene que ver todo esto con la perniciosa acción de los medios? Bueno, es cierto que el libro pasó, como dice Dragó, de “tele en tele, de ciudad en ciudad”... Elprimer escándalo le sorprendió a Boadella. Curiosamente, Albert también fue defendido por Arcadi; y curiosamente, entre escándalo y escándalo, ciudad y ciudad, el libro se iba promocionando. Escribe Dragó:

Dios los cría… lleva siete semanas en la calle. Se ha vendido bien. Ha salido ya la segunda edición.(…)A mi correo, a mi teléfono, a mis ojos y a mis oídos, en público y en privado, han ido llegando comentarios de los lectores. Todos, sin una sola excepción, eran y son elogiosos.(...)El texto, que en su origen era exclusivamente oral y, por ello, de verba volant, pasó después por muchas manos: las de quien lo transcribió, las de quien -recortándolo, ordenándolo y corrigiéndolo- se encargó de darle definitiva forma, las de las gentes de Planeta y Áltera, las de los correctores de pruebas y las de algunas personas queridas y cercanas.

Dispuestos a dar datos, podría poner el ISBN del libro y en que estantería del (ponga su centro comercial favorito) se puede adquirir. Por cierto, nótese el nuevo latinajo, además de echar el muerto a otro (mis refranes no son en castellano, lo siento), algún corrector u otra mano.

También me río de la 2ª edición, ardid muy usado por el mundo editorial, sobre todo cuando se quiere decir “reimpresión”, es decir, volver a imprimir el libro. Una reedición supone revisar de nuevo el contenido y cambiarlo parcialmente, cosa rara en un libro que lleva en el mercado a penas un mes. En este caso la trampa la pone el autor.

Todo esto, que tanto el escándalo como la respuesta del autor no era más que una campaña de publicidad, fue enviado como un comentario al artículo de Dragó. Por supuesto, los moderadores del periódico en cuestión hicieron su trabajo. El comentario nunca se publicó.

No es una cuestión única de un espectro de la política o de la ideología: somos el ser económico por derecho propio; en Noviembre del mismo año, Pérez-Reverte realizó una duras declaraciones sobre el exministro de Asuntos Exteriores. Coincidencia o no, el último libro del académico había salido un mes antes (como en el caso de Dragó) y un mes después viajó a la Feria Internacional del Libro donde “firmó libros durante dos horas sin sentarse en ningún momento”. Como en el caso de Dragó, los defensores acérrimos del autor dirigieron las críticas sobre el círculo ideológico que imperaba entonces en la Moncloa, “ajenos” (quizás) el hecho de que Reverte publica para alfaguara, es decir, Santilla o, lo que es lo mismo, grupo Prisa. La trampa, de nuevo, está tendida.

Queda aun hablar del caso de Público, pero esta entrada se me antoja excesivamente larga para continuar por el momento.

23 de mayo de 2011

Planetary: una oda al libro

Para los que habitualmente no leen tebeos (eso que ahora llaman novela gráfica evitando que los compradores de libros habituales no tengan la sensación de volver a los 12 años), comenzaré con una pequeña introducción al mundo superheroico.
  
Los universos editoriales:


Está claro, si hablamos de hombres y mujeres en ropa interior salvando vidas, no podemos hablar simplemente de una u otra editorial. Cada sello es un universo completo, con sus reglas, sus héroes y sus villanos. Los universos más cercanos al individuo común son DC y Marvel, poseedores de algunas de las franquicias más populares y rentables de la historia del tebeo (Superman, Batman, Spiderman, etc.). Wildstorm es otro de los universos editoriales especializados en amenazas de carácter cósmico... y cuántico.

Warren Ellis y su Guía Planetaria:

Uno abre un tebeo. Dibujos. Ciencia ficción, historias pulp y superhéroes. Montones de ellos. Tenemos un principio. Ahora imagina que en lugar de capas y calzoncillos ves a gente aparentemente normal pero que no necesitan hielo para enfriar la bebida. Eso es Planetary, eso... y mucho más.
Existen pocos autores con la capacidad creativa de Warren Ellis. Y existen pocas obras cuyo final se convierta en un triunfo de la literatura.

Planetary gira en torno al concepto del multiverso; capas enteras de realidad conectadas a través de una red de carreteras conocida como la "sangría", la macro-escala, cuyo principio es la información, la micro-escala.
Hasta ahora todo bien; mucha ciencia ficción, conceptos de física cuántica, altas dosis de fantasía. Imaginemos, como imagina Ellis, que el mundo mantiene una forma en dos dimensiones, cuya tercera dimensión es una representación "holográfica" de la información que constituye la realidad, de hecho, cada universo es una de las caras de la información. The Drummer, uno de los personajes, habla de "una pila de discos duros", pero podría asemejarse más a una pila de hojas, de páginas, donde la información se distribuye a nivel cuántico: pasar página se convertiría en viajar y leer... vivir esa porción de realidad.
No parece arbitrario que el personaje central, Snow, compile toda la información del planeta en una obra enciclopédica, como si se tratara del germen de la biblioteca que Borges imaginó como universo. Planetary trata, entre otras cosas, de esto, y quizás lo que más me duele es no haber alcanzado a comprenderlo hasta al final, cuando Elijah Snow describe su realidad:

Recuerda, vivimos todos en Planos bidimensionales de información. El hecho de que vivamos y respiremos en 3d es un efecto secundario del universo. Podría estar viviendo en otras historias. Escabulléndome entre página y página. Navegando por una biblioteca entera.