29 de agosto de 2012

Stalin vs Superman, el lenguaje de Clark Kent


Recuerdo que, cuando era pequeño, tenía una bandera roja que ataba a mi cuello como si fuera una capa. Mis padres le pegaron una paloma blanca en actitud de vuelo; no me malinterpreten, no es que no me gusten las palomas de la paz, esa me gustaba, pero hacía que mi capa roja fuera menos roja y, lejos de la intención parental, muy comunistas ellos, para mí era la capa de Superman. Obviamente había cosas que no entendía muy bien, pero con los años, mi consuelo llega al ver que la izquierda sigue sin entender nada, como yo entonces, cuando jugaba a ser el símbolo del estilo de vida americano mientras el "PC punto" comenzaba a llamarse PCPE a mi alrededor.

"Nunca volveréis
a pasar hambre camaradas"
Leo con interés en Twitter las acaloradas discusiones sobre el #25S, en ocasiones con fruición, las más veces con duda y muchas otras con un terrible y desolador desconcierto. No voy a discutir si está bien o está mal, he leído razones para lo uno y para lo otro, para el fin que nos ocupa, sólo interesa el lenguaje utilizado, sobre todo entre los defensores, en general más fieros en sus interacciones, y su proyección sobre la realdidad...

Sí amigos, tras una breve lectura de la izquierda tuitera (permítanme utilizar el término castellanizado), uno se ve envuelto en una espiral de "camaradas, compañeros, soviets, gulags, libertarios, marxistas, leninistas, rojos" y alguna frase hecha como "ni un paso atrás", "socialismo o barbarie", aunque lo más peligroso es confundir los fascistas, con los "patronos" (Dios mío ¡patronos!) con los neoliberales y con curas...
Por si alguien no lo sabe, la orden nº 227 se redactó el 28 de Julio de 1942 de mano del Gral. Vasilevski y por orden de Iósif Stalin, tras observarse la ineficacia de una orden que en 1941 el líder ruso había dado a la Stavka:

"quien quiera que (...) se rindiera será considerado un desertor malicioso, cuya familia debe ser arrestada como familia de uno que falta a un juramento y traidor a la patria. Tales desertores deben ser ejecutados en el acto. Aquellos que caigan en un cerco (...) y que prefieran rendirse deben ser destruidos por todos los medios y sus familias deben ser privadas de toda asistencia y estipendio del estado".

Supongo que a Stalin le pareció poco "firme", así que la orden fue rescrita y aplicada con protocolaria eficiencia por los altos oficiales del ejército ruso. Así nació la orden nº 227, en la que quedaba fijado que  "los que siembran el pánico y los cobardes deben ser destruidos en el acto" y que "la mentalidad de retirada debe ser eliminada".

 Por esa orden se formaron destacamentos (a veces de la propia NKVD) dispuestos en segunda línea para "abatir a cualquier soldado que tratara de escapar" y que, por supuesto, no iba tan bien armado y muchas veces tenía que esperar a la muerte de un "camarada" para poder coger un fusil.

Por esa orden los soldados rusos tuvieron que disparar a las madres de Stalingrado cuando intentaban atravesar el Volga con sus hijos en brazos para escapar de los bombardeos, porque Iósiv Stalin se había negado a evacuar la ciudad que llevaba su nombre.

Esa orden fue conocida popularmente como "Ni un paso atrás".

Pero no quiero ponerme melodramático. Esta es una trampa menor debida al desconocimiento o, simplemente, al revisionismo estalinista. Poco más da de sí.

El problema es el imaginario que se genera tras la repetición de estas expresiones y la proyección una realidad decimonónica que se intenta encajar en la actualidad como una pieza de Lego en un Tente (para los más jóvenes, Tente era una línea de juguetes española). Si intentabas esto te cargabas el Tente y tu hermano mayor te hacía correr por toda la casa (merecidamente).

Déjenme que me explique. No soy libertario, ni leninista, puede gustarme la obra de Marx, pero no soy marxista, como no puedo ser hegeliano o aristotélico (a estas alturas), ni mucho menos comunista, soviet o camarada... Y, agárrense fuerte, la mayoría de la gente que inundó Madrid y el resto de España el día 15 de Mayo de 2011 (y 2012) tampoco. Sé que esto es obvio, pero parece ser que para muchos "camaradas" no.

El éxito del 15M fue la inclusividad (algo que se entendió bastante bien en un principio), nos guste más o menos. El éxito fue que gente que no había participado activamente en protestas anteriores, laborales o estudiantiles, ahora salían a la calle, no por una guerra ni tras el 11M, sino por problemas socio-políticos. No eran miembros de partidos o sindicatos, era gente cabreada que lograron lo que otros no pudimos hacer años antes... sacar las asambleas a la calle, lejos de su ostracismo habitual; hasta que llegó el 25S y, de nuevo, se empieza a hablar de secretismo, de "gente que está dentro" y que "alguien conoce" pero que no se sabe muy bien quienes son, lo que trae problemas graves de comunicación y, de nuevo, vuelve el asunto a las asambleas (de donde, por cierto, nunca debió salir).

Pero el daño ya está hecho. Y aparecen los Soviets. Las nuevas palabras son "los light", o "flower powers", supongo que la forma que tienen de menospreciar a los nuevos mencheviques, es decir, a aquellos que no quieren convertirse en la "vanguardia revolucionaria" y pretenden rebajar el tono de las demandas, pero supongo que existe el miedo de que se pierdan las exigencias alcanzadas sobre hacia dónde debe dirigirse "el movimiento".

En un mundo discursivo polarizado, no existe un lugar para la gente que se siente cómoda en los espacios intermedios, son los "light", los "descafeinados", pero también los que hicieron fuerte al #15M. Pero da igual, este individuo político necesita su mundo cerrado y controlado, y así puede recurrir a clichés sobre quién es el enemigo. Nace la figura de Montgomery Burns, un terrible esclavista proveniente de la industria del carbón y las fábricas de la revolución industrial, perverso, insatisfecho y capaz de utilizar perritos para fabricar sus zapatos.

Yo me imagino más a un tío simpático capaz de cambiar "nuestra forma de cambiar el mundo" (¿quién se acuerda de Dennis Ritchieo de Linus Torvalds?), amante de las terapias alternativas hasta su propia muerte y principal proveedor de ocio móvil.

Sergey Brin I, el Malvado 
Podemos pensar también en Larry Page (no, no es hermano de Jimmy) o en Sergey Brin. Podemos pensar en empresas más dinámicas, en gente capaz de leer a Marx y no asustarse como Francis Fukuyama o como Josep Piqué, presidente de Vueling (esa compañía que muchos miramos para irnos de vacaciones), mientras nosotros nos horrorizamos de "el Fin de la Historia" o "Capitalismo y libertad", obras anatemas que no podemos tener en nuestras estanterías (igual ardemos) y que, por cierto, estás descatalogadas.

Si buscamos rápidamente en wikipedia podemos encontrar que la editorial Destino, perteneciente a Planeta, editó el célebre libro de Hessel "indignaos" y que El manifiesto comunista lo edita Alianza, que pertenece a Anaya, que a su vez se integra dentro del grupo Hachette Livre y que este pertenece a Lagardère... un grupo del que desconocía su total existencia pero que se dedica al siempre lucrativo negocio del armamento.

Supongo que ningún rojo, camarada, leninista, bolchevique sería capaz de publicar un texto de Friedman, lo que no me sorprende porque Lenin fue uno de los pioneros de la cercenar la libertad de expresión y someter a censura la prensa libre y Milton Friedman es un tío peligroso que devoraba niños pobres para desayunar. La verdad es que Friedman era un tipo nefasto que colaboró indirectamente con la dictadura chilena, lo que no es otro síntoma de lo peligroso que supone polarizar la idea del mundo y las horribles consecuencias de darse cuenta de que nos molestan todos los que están en el medio, los que no son Superman, los que sólo son Clark Kent.

No hay comentarios:

Publicar un comentario